Más de 30 mil personas acompañaron el reclamo que los gremios docentes iniciaron la semana pasada: “Queremos enseñar y aprender en paz”
" No hubo una sola escuela privada de Rosario que diera clases y la mayoría directamente no abrió". Sobre el final de la jornada de paro y movilización del jueves y con esta frase sintetizo Martín Lucero la contundencia del reclamo por “enseñar y aprender en paz”.
Para Lucero, los docentes "llegamos al límite" de tolerancia. Y esbozó como diagnóstico que “para los grupos delictivos, la escuela es una caja de resonancia en toda la sociedad y genera terror. Porque dentro de las escuelas está lo más preciado que son nuestras hijas e hijos. Solo en los últimos dos meses cesaron actividades en 50 escuelas, por balaceras, amenazas o hechos de inseguridad muy graves, como escuelas totalmente desvalijadas. Antes eran ataques solo en bancos, pero ahora la escuela se volvió un objetivo. Y eso es un mensaje de terrorismo que dan los criminales en la disputa por el territorio con el Estado".
Los datos son contundentes: más de 50 escuelas ya tuvieron interrumpir las clases por amenazas, amedrentamientos o balaceras; a principios de mes, un niño de 6 meses recibió un tiro en un tobillo durante una balacera cerca de la escuela Ortolani de Empalme Graneros; el colegio "Santa María Dominga Mazzarello", en el sur de Rosario, sufrió siete hechos delictivos en el último mes. "La saturación policial no está dando resultado, necesitamos que haya una política de Estado en sus tres poderes y con mayor intervención de las fuerzas nacionales", opinó.
Lucero agradeció "la solidaridad de las pastorales, organizaciones sociales, padres de la comunidad educativa que se plegaron a este clamor. Queremos vivir y trabajar en paz, una vida normal, cosa que hoy hasta salir de casa es motivo de preocupación. No pedimos mano dura, porque eso solo afecta a los sectores populares y no a los que lavan la plata del narcotráfico. Pedimos una Justicia justa".
La jornada del jueves también tuvo una multitudinaria marcha multisectorial que terminó en las puertas de la sede de gobernación en Rosario y se leyó un documento que afirmaba: "Los habitantes de Rosario no queremos acostumbrarnos ni naturalizar las muertes, el narcotráfico, las balaceras, las extorsiones, las amenazas y toda otra forma de violencia. Es por eso que entendemos las manifestaciones pacíficas de la ciudadanía que, ante la situación que enfrentamos, se organizan bajo las modalidades que cada sector cree conveniente, para hacer oír su voz y decir basta de violencia".