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Estudiar con miedo, el otro drama del narcotráfico
Estudiar con miedo, el otro drama del narcotráfico

Compartimos la nota publicada por el Diario Clarin el domingo 21 de mayo. En ella se expresa la opinion de Martin Lucero. Puede ser leída y compartida en los siguiente enlaces:
tincholucero.blogspot.com/2023/05/estudiar-con-miedo-el-otro-drama-del.html
www.clarin.com/suscripciones/landinghpw.html

En los últimos meses, las escuelas se convirtieron en el nuevo blanco de ataques narco. Ya hay colegios con protocolos antibalaceras.
"A la escuela pueden venir tus hijos, tus sobrinos, los hijos de tus vecinos. ¿Cómo van a poner en riesgo algo que es importante para todos?". Del otro lado, la respuesta fue: "Dire, quédese tranquila. Nadie se va a meter con la escuela, los maestros, los autos de los que trabajan en la escuela ni los chicos que estudian".

Los memoriosos recuerdan que la reunión fue a principios de la década del 2010, entre la directora de una escuela del barrio La Granada, sur de Rosario, y el líder de Los Monos, Claudio "Pájaro" Cantero. Fue una especie de "acuerdo de convivencia" que se respetó a rajatabla. Pero en mayo de 2013, Cantero fue asesinado. Y con el tiempo las cosas comenzaron a cambiar. Al punto que en los últimos meses las escuelas rosarinas se convirtieron en el nuevo blanco de ataques de balas narco.

"Las bandas saben que estos actos toman notoriedad. Y son un mensaje de disciplinamiento hacia la sociedad. Si decimos que en la escuela está lo que más nos importa en esta vida, que son nuestros hijos, ellos nos demuestran que no les importa absolutamente nada", explica Martín Lucero, secretario general del Sindicato Argentino de Docentes Particulares (SADOP) de Rosario.

Marcelo Vásquez (45) es maestro de tercer grado. Trabaja en el sector educativo desde fines de los 90. Recuerda: "Antes te ponías el guardapolvo y entrabas a cualquier territorio a buscar un pibe que estaba faltando seguido. Uno se relajaba con el imaginario del profe, el cole, la seño. Era sinónimo de respeto en los barrios. Eso se desdibujó. Hoy hay que andar con cuidado y con ciertos dispositivos para caminar por estos lugares".

El hecho más grave ocurrió el 18 de abril. Un gerente de una empresa textil fue atacado mientras bajaba de su camioneta para dejar a su hijo y un amigo en la escuela Medalla Milagrosa del barrio Alberdi, en la zona norte. La víctima recibió dos disparos en el rostro; la camioneta, siete. Alumnos y padres fueron testigos y corrieron desesperados por las calles linderas de la escuela.

"El otro día una docente me contó que un chico de tercer grado le dijo 'Seño, yo ya sé cómo hay que hacer si hay tiroteo'", cuenta Lucero. Y agrega: "El chico se tiró al piso, debajo de una mesa. Estos temas forman parte del día a día de nuestros alumnos. Por eso se tratan; salen solos. La escuela no es una burbuja en la que nos limitamos a enseñar las tablas. Constantemente vivimos en una serie de Netflix. Todo lo que vemos en la ficción acá lo padecemos de verdad".

Vásquez comparte la imagen de una actividad que describe la vida de sus alumnos de tercer grado. La consigna fue "Cuando estamos en peligro y nos sentimos asustamos o amenazados, ¿qué nos da miedo hoy?". Uno de ellos respondió: "Las cosas grandes, los insectos, la altura, lastimarse y los tiros". Y cuenta una anécdota no registrada en el cuaderno: otro alumno que le contó de un homicidio en la esquina de su casa. "Profe, lo mataron con una 9 (por el arma 9 milímetros)", le describió, con la precisión del que escucha de calibres o conoce la diferencia entre una pistola y un revólver.
"Abordamos estas problemáticas desde lo pedagógico", aclara el maestro. "Es muy dramático, muy cruel. Poner en palabras lo que les pasa, y que se pueda compartir, y problematizar, ayuda a que estos episodios no se naturalicen. Muchas veces uso la literatura como disparador de temas".

Las estadísticas afirman que 33 de los 287 homicidios de 2022 tuvieron como víctimas a menores de edad. La mayoría no estaba involucrado el crimen. Fueron asesinados por estar en el lugar equivocado. "Basta de matar a nuestros alumnos", es uno de los pedidos en las protestas de docentes. Otra de las consecuencias, cuentan los profesionales consultados por Clarín, es que muchos de los chicos de los barrios populares crezcan encerrados. Prácticamente solo salen de sus casas para ir a estudiar. Ir a la plaza del barrio implica correr el riesgo de quedar en medio de un tiroteo entre bandas.

"No estamos al tanto de chicos que hayan abandonado los estudios por las balaceras a escuelas. Lo que sí notamos es que ante cada hecho una parte de la comunidad educativa tarda varios días en regresar a clases. Ante esto, el mensaje de la escuela es de tranquilidad. Si vivimos con miedo de ir a la escuela estamos ante un problema grande", cuenta Lucero.

Pero padres y alumnos no son los únicos que tienen miedo de ir a la escuela. Los maestros también lo sienten. Según un relevamiento que realizó SADOP, y del que participaron 544 docentes de la provincia de Santa Fe, 7 de cada 10 profesionales aseguraron haber sentido temor de ir a enseñar y cerca del 90% aseguró haberse enterado de colegas o alumnos asaltados en cercanías de colegios.

Hacia fines de abril, el Ministerio de Seguridad de la Provincia presentó el plan "Te acompaño". Se trata de un dispositivo de seguridad o prevención en escuelas de la ciudad que fueron escenario de hechos de violencia. "Son circuitos: un patrullero recorre las inmediaciones de tres o cuatro escuelas de cada barrio en horario de entrada y salida. Lo mismo en paradas de colectivos en los que viajan maestros y alumnos", aclara el ministro de Seguridad, Claudio Brilloni.

"Algunos establecimientos cuentan con un protocolo antibalaceras", retoma Lucero. No es algo avalado por el Ministerio de Seguridad, sino que lo decide cada escuela. Clarín accedió al protocolo de un colegio de zona sur. Allí se lee que el personal "debe permanecer en el aula, boca abajo y alejado de puertas y ventanas" y que por "ningún motivo debe evacuarse la escuela". También hay un dato llamativo en esta época en que todo se viraliza: "No tomar fotografías o videos del suceso".

"Es un esquema secuencial: si hay balaceras el portero abre las puertas para que el que se sienta inseguro entre a resguardarse. La otra posibilidad es cerrar los ingresos. Pero hasta el momento no tenemos registros de ataques concretos a escuelas. Son balaceras en inmediaciones de la escuela, pero no contra la escuela en sí".

Lucero aclara que en el marco de las medidas de "Te acompaño" hay escuelas que tienen un patrullero en la puerta. Algunos docentes se niegan. Primero, porque sienten que la escuela pasa a parecerse a una comisaría. Segundo, porque ha pasado de patrulleros baleados. Aunque en otros contextos, lejos de establecimientos.
El miércoles, Clarín recorrió la zona norte de la ciudad. Por esos días la violencia se había mudado a La Cerámica, el barrio en el que se crió el campeón del mundo Ángel Di María. Todo comenzó con la detención de un narcotraficante. Su casa quedó sola. Y se dice que alguien habría pasado el dato: el narco guardaba 10 kilos de cocaína dentro de un aire acondicionado.

El robo no tardó en llegar. En Rosario cada kilo de cocaína cuesta, en promedio, 5500 dólares. "El problema es que no habría pagado el cargamento", advierte un investigador de una fuerza federal. "Está desesperado. El rumor es que la droga sería de Los Monos. Y este tipo tiene que pagarla sí o sí. Mandó a decir que los tiros van a continuar hasta que no devuelvan la droga".

Los autores de algunos de esos tiros asesinaron a una pareja de adolescentes: Máximo Luján (14) y Maite Gálvez (15). Eran estudiantes de la escuela República del Uruguay, de La Cerámica. Este diario presenció cómo un efectivo de la Policía de Santa Fe relevaba los horarios en las escuelas de la zona para designar las consignas policiales. "Todos los días preguntamos la hora de entrada y salida de los chicos para dejar un patrullero en comisión. En este caso es a las 8.30 y 17.30", contó el policía. El ministro Brilloni detalla: "Es una medida complementaria para las escuelas que nos piden protección especial".

Si bien no hay constancia de alumnos que abandonaron sus estudios por balaceras, sí existen causas vinculadas al mundo del narcotráfico por el que varios chicos dejaron de estudiar. Una razón son las mudanzas. Familias que sienten miedo de la vida en sus barrios y deciden mudarse. Al menos por un tiempo. Otras directamente se van a la fuerza, por amenazas de las bandas que quieren sus casas para utilizarlas como aguantaderos. Pero aun existe una razón más cruel. Vásquez, el docente, la denomina "economía delictiva".

Y dice al respecto: "Nuestros alumnos son la presa fácil de las bandas. Tienen entre 12 y 16 años. Los usan y los descartan cuando quieren. Muchos mueren jóvenes. Es la cultura que genera el narco: un acceso rápido a dinero fácil y el estatus que genera moverse con un arma en la cintura. Es una pelea desigual con lo que proponemos nosotros. Hablamos de chicos que conocieron el Monumento a la Bandera por una actividad escolar, o que no tienen agua potable. Sentimos desazón e impotencia cuando el narco nos gana un pibe. Pero no bajamos los brazos. Es un compromiso ético: la escuela debe ser el lugar en el que recuperen su niñez y cuidemos ese sentido de infancia. La violencia no se puede naturalizar".

Por Nahuel Gallotta
Rosario. Enviado especial
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