Ni discursos cruzados, ni espejitos de colores. Seamos realidad.
Los momentos de crisis económicas tienen algunas características distintivas: las crean e impulsan algunos sectores políticos, las analizan o justifican los medios de comunicación concentrados y las padecen los trabajadores y trabajadoras.
Vivimos tiempos donde los humores son manipulados. Tiempos de campaña donde las soluciones mágicas fluyen de muchos discursos y se propagan como recetas infalibles.
Si hay inseguridad ¿por qué no liberar el uso de armas?
Si las universidades reclaman fondos ¿por qué no cerrarlas?
Si los gremios hacen paro ¿por qué no prohibir la huelga?
Si la gente compra dólares ¿por qué no dolarizar la economía?
Si una protesta corta una calle ¿por qué no meter presos a todos?
Todo vale y todo está puesto en discusión en las mesas argentinas. Que quizás ya no comparten almuerzos o cenas por televisión pero intercambian links de redes sociales que dan de comer noticias falsas, hechos irreales y montajes visualmente impactantes.
Incluso si uno está solo y quiere hablar también puede intercambiar pensamientos con chats de inteligencia artificial programados para tocar las más diversas temáticas.
Y en el medio de este cambalache de cosas que nos rodea llegamos a otro 1ero. de Mayo y nos preguntamos ¿Cuál es el rol de trabajadores y trabajadoras en esta coyuntura?
Ser portadores de la realidad. Porque en la calle no hay relatos, hay vivencias. Nuestras luchas, nuestros derechos, nuestras conquistas son la expresión de la dignidad que esperamos como ciudadanos. No en vano el movimiento obrero es motor de la historia. Porque construye la historia.
Por eso es muy importante que en medio de tantos discursos cruzados, tantos espejitos de colores y tantas caras nuevas con viejas recetas, sean trabajadores y trabajadoras quienes pongan sensatez y realidad en los debates en la calle.
El pueblo no puede ni debe votar contra sus propios intereses.
El ajuste, la exclusión, el achicamiento del Estado, desde siempre, en el gobierno de los poderosos, nunca han sido buenas salidas, ni ideas ni propuestas para quienes sostienen el país con su trabajo cotidiano.
Entre tanta mentira, a trabajadores y trabajadoras les toca ser realidad.
Por: Martín Lucero - Secretario General de la Seccional Rosario del Sindicato de Docentes Privados (Sadop).